Shakespeare y la función del teatro


Todo buen arte, en lo más profundo, gira en torno al mismo eje: tomar lo completamente único, lo totalmente específico y hacerlo universal. Uniendo lo particular con lo universal, expresándolo artísticamente: no eliminando su particularidad sino enfatizando su particularidad, permitiendo que lo que es extraño y desconocido brille claramente.

Jon Fosse

 

Por: Carolina Marrugo Orozco

Introducción

El arte es la paz[1]. Este fue el título del discurso del Premio Nobel de literatura 2023, Jon Fosse, el pasado 27 de marzo, a propósito del día mundial del teatro.

Conviene recordar que la historia de la tradición teatral en occidente se originó en Grecia, donde el arte dramático se asumió como parte de la educación religiosa, emocional y cívica de los habitantes de las polis mediante la representación de mitos fundacionales a través de la figura de los dioses y de los héroes. Esta forma de expresión dio prioridad a la música y a la danza. Más tarde los romanos darían énfasis a la palabra. De allí en adelante, tanto el mundo cristiano como el pagano también se apropiaron del teatro como mecanismo de evangelización o de resistencia. En todo caso, una forma de comunicación del mundo que habitaban.

Durante el Renacimiento y el Romanticismo se produjeron los mayores exponentes del género como William Shakespeare, autores del Siglo de Oro español como Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca y más tarde con autores como Antonin Artaud, entre otros, quienes dieron paso a nuevas formas del arte dramático con cuerpo y voz de nuevas corrientes de pensamiento estético, político y filosófico: diversos escenarios de lo absurdo y cómico de la vida.[2]

En su “Historia de seis ideas” ,Wladyslaw Tatarkiewicz nos deja clara una evolución del término “arte” y la clara distinción que se va trazando de sus distintas formas de expresión estética en el tiempo.[3] Sin embargo, es más que pertinente que se mantenga la idea del arte como una expresión de la vida, tal cual la asumieron los griegos, de por sí una concepción atemporal que permite superar la barrera cronológica y ubica al teatro, una forma artística, como una expresión de la humanidad dotada de algo que es inherente al tiempo: las emociones y la compleja condición humana.

Siglos después de su surgimiento, el teatro vive. Y sobrevive, pese a los ligeros desplazamientos. Lo mismo sucedió con la pintura cuando surgió la fotografía o con la televisión cuando apareció el cine. Los seres humanos siempre encontraremos formas de comunicar la vida. Hoy día se estudia teatro en las escuelas y en las universidades, se leen los clásicos del arte dramático y se siguen representando. Pese a las nuevas realidades que vende la tecnología y la inteligencia artificial necesitamos seguir sintiéndonos humanos. Seguiremos con una idea clara de celebrarnos con la cercanía que nos brinda un escenario real, unas personas reales y una música que retumbe en nuestras almas.

 

Ser o no ser (To be, or not to be)

¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada absolutamente. ¿Qué es un libro si no lo abrimos?

Jorge Luis Borges

Hamlet (última escena). 1884. Sánchez Barbudo Morales, Salvador. Óleo sobre lienzo, 370 x 707 cm. No expuesto. Museo del Prado: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/hamlet-ultima-escena/42b7db87-b58d-4461-8152-04f772e5d976?searchMeta=hamlet

“Hamlet” (inicios siglo XVII)[4]es considerada como la obra más representativa del dramaturgo, poeta y actor inglés William Shakespeare. Narra la historia del príncipe Hamlet cuyo objetivo es vengar la muerte de su padre fingiendo locura. Es a su vez un símbolo de la tragedia humana fijada con elocuente ingenio literario y filosófico.

La obra entrelaza una interesante historia de las mentalidades propias del Antiguo Régimen con sus reductos discursivos sobre las relaciones de clase, género y poder, así como episodios donde la simbología y los arquetipos dan prueba de la compleja condición humana: una trágica historia dotada de vicios, traiciones y pecados.

El mandato patriarcal se impone bajo la figura de “La sombra”, el alma del rey Hamlet, “condenada a nocturno vagar, a arder de día”[5], quien trae consigo una dolorosa revelación: el verdadero motivo de su muerte y quienes lo han traicionado. Esta confesión que el Rey Hamlet hace a su hijo (Hamlet) será crucial para el desarrollo de los posteriores acontecimientos en los que el príncipe asumirá su misión: aparentar locura para librarse del mismo trágico destino y vengar la muerte de su padre.

Así pues, Hamlet asumirá su “locura” como estrategia y defensa de la vida. Esta locura será también propia de un período de transición histórica en Europa: Rotterdamiana, seductora, contundente, humanista y de racionalidad enmascarada. Es una locura que seduce y llama, como plantea Michel Foucault en su historia de la locura: “la locura como forma relativa de la razón”.[6]

Los cinco actos que contiene la obra se despliegan en escenarios cruciales: salones, habitaciones y alrededores del castillo, símbolo y reducto del mundo medieval, representado al mismo tiempo como una estructura que se derrumba en su interior con aquellas complejas relaciones de poder. Y el cementerio, morada final de Ofelia (prometida de Hamlet y mujer marcada por la tragedia), donde se desarrollan diálogos profundos sobre la vida y la muerte[7].

Cada acto de la obra va desenmascarando los vicios y extremos de cada personaje. La presencia del lenguaje cortesano permite habitar transitoriamente las instancias, experimentar los planes de venganza de Hamlet y sentir el advenimiento de la mentalidad moderna: el individuo (hombre-mujer) que se tambalea frente a la nueva concepción del mundo que le resulta caótico y el suicidio como escape a dicha realidad. Así mismo, la caracterización de los personajes nos permite una red de identificaciones: la propia concepción de la honra, el rol de las mujeres, la virtud, la idea del amor y del estatus social como espacios de privilegio nos remiten continuamente a la médula de la sociedad estamental, predominantemente masculina. Hamlet es de cierta forma el caballero medieval en crisis.

En la obra de Shakespeare, encontramos las locuras emparentadas con la muerte y con el homicidio [...]la locura trágica, nacida en el siglo XV, que de la experiencia crítica y moral de la Sinrazón que se desarrolla, con todo, en su propia época. En la obra de Shakespeare y de Cervantes, la locura ocupa siempre un lugar extremo, ya que no tiene recursos. Nada puede devolverla a la verdad y a la razón. Solamente da al desgarramiento, que precede a la muerte. [8]

Finalmente, en su ensayo sobre el origen de la tragedia, Friedrich Nietzsche expone el sentido de lo apolíneo y lo dionisíaco en las creaciones artísticas y de cómo el arte se convirtió para los griegos en una herramienta para afirmar la vida.[9] Hamlet es, en cierta forma, una expresión predominantemente dionisíaca que, en su dura realidad traspuesta a la palabra, abraza la vida y contempla las expresiones más radicales del sufrimiento humano. Es un  “espejo transfigurador” en el que se refleja, desde una historia particular inscrita en el género dramático, una condición universal que nos compete a todos. 

 

P.D. Una idea que Shakespeare presenta en Hamlet de forma interesante es la puesta en escena del teatro (comedia) dentro del teatro (la obra): el teatro como estrategia y desenmascaramiento. A pesar de que el teatro es una máscara, también es una manera de desenmascarar.

 

Bibliografía 

Darin McNabb, “Nietzsche: El nacimiento de la tragedia”, recuperado de:

https://www.youtube.com/watch?v=qOMjIKRzqNQ

vDarin McNabb, “Nietzsche: El nacimiento de la tragedia”, recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=OO_OuM5Jhdw

vDarin McNabb, “Nietzsche: El nacimiento de la tragedia”, recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=ndUQRLJW_po

v  T.S. Elliot, Hamlet, recuperado de: https://www.poetryfoundation.org/articles/69399/hamlet

v  Jorge Luis Borges, Borges oral. Alianza Editorial, recuperado de: https://www.laserpblanca.com/borges-el-libro

v  Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I. Traducción de Juan José Utrilla. Primera edición en español, FCE, México, 1967

v  Friedrich Nietzsche,El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo. Trad. André Sánchez Pascual. Madrid, Alianza Editorial, 2000.

v  Jon Fosse. “El arte es vida”, recuperado de: https://www.world-theatre-day.org/messageauthor.html 

v  Enciclopedia Humanidades, recuperado de: https://humanidades.com/teatro/

vWladyslaw Tatarkiewicz, Historia de Seis Ideas: Arte, Belleza, Forma, Creatividad, Mímesis, Experiencia Estética, Tecnos, 2004.

v  William Shakespeare. Hamlet. Momo Ediciones.

Imágenes

Museo del Prado, Hamlet (última escena). 1884. Sánchez Barbudo Morales, Salvador. Óleo sobre lienzo, 370 x 707 cm. No expuesto. Museo del Prado: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/hamlet-ultima-escena/42b7db87-b58d-4461-8152-04f772e5d976?searchMeta=hamlet

 



[1] Jon Fosse. “El arte es la paz”, recuperado de: https://www.world-theatre-day.org/messageauthor.html 

[2] Datos resumidos de Enciclopedia Humanidades. https://humanidades.com/teatro/

[3] Wladyslaw Tatarkiewicz , Historia de Seis Ideas: Arte, Belleza, Forma, Creatividad, Mímesis, Experiencia Estética, Tecnos, 2004.

[4] Jorge Luis Borges, Borges oral. Alianza Editorial, recuperado de: https://www.laserpblanca.com/borges-el-libro

[6] Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I. Traducción de Juan José Utrilla. Primera edición en español, FCE, México, 1967, pp24.

[7] Hamlet. William Shakespeare. Acto Quinto. Escena primera. Momo Ediciones.

[8] Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I. Traducción de Juan José Utrilla. Primera edición en español, FCE, México, 1967, pp 30-31

[9] Friedrich Nietzsche,El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo. Trad. André Sánchez Pascual. Madrid, Alianza Editorial, 2000.

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